lunes, 28 de julio de 2014

El regalo de un Califa a su amada



El regalo de un Califa a su amada
(Una leyenda de almendras y amor)


Azahara y Abderramán III

Durante los últimos años del siglo X, cuando Córdoba no se llamaba Córdoba sino Qurtuba y Abderramán III era el primer califa Omeya independiente de Bagdad. Era esta una ciudad populosa donde convivían gentes de todas las razas y religiones. A ella acudían sabios, alarifes, poetas y músicos de todos los rincones del mundo. Florecían las artes, progresaban las ciencias, se mezclaba lo autóctono con las nuevas influencias recibidas del exterior. Todo lo asimilaba y lo hacia suyo.

Era Abderramán un califa audaz, enérgico y valeroso. Su constancia y talento político hicieron posible la unidad y pacificación de Al-Andalus. Consiguió imponer respeto a los cristianos del Norte y acometió con arrogancia la reorganización de su autoridad soberana.

Para agasajar al califa solicitando su protección o agradeciendo su ayuda, los monarcas de otras tierras enviaban fabulosos regalos: Extrañas obras de arte, piedras preciosas, libros de incalculable valor y hermosas esclavas. Azahara fue una de ellas.

Cierto día, paseando Abderramán, con su gran séquito de cortesanos por el patio de naranjos de la Gran Aljama, vió aparecer una comitiva formada por una larga fila de mulas ricamente enjaezadas, cargadas de innumerables tesoros. Detrás, una docena de eunucos custodiaban a varias cautivas de sorprendente belleza. Todo ello constituía una ofrenda del emir de Granada al califa de Córdoba.

Era Azahara (cuyo nombre significaba "La Flor") la joven más hermosa de la comitiva. Procedía de Elvira y el tumulto de la gran ciudad la llenaba de turbación y asombro. Sus ojos eran tan negros y brillantes que hicieron saltar chispas de fuego en el corazón de Abderramán. Tanto ardor sintió el califa dentro de si que apartando a la muchedumbre se acercó a ella y le preguntó:

¿Quien eres, mujer? ¿Cómo te llamas?

- Azahara, mi señor

Así fue como Azahara se convirtió en la favorita de Abderramán.

Los cronistas de la época apenas han dejado constancia de su existencia, tan solo nos dicen que habiendo recibido Abderramán III el legado de una gran fortuna, quiso emplear este dinero en el rescate de prisioneros de guerra, pero tras enviar a sus emisarios a través de las Marcas (León y Navarra) y no encontrar ni un solo prisionero islámico, una muchacha del harem llamada Azahara le inspiró la construcción de una ciudad que llevara su nombre (Ciudad de la Flor de Azahar")y que sirviera para gloria del califato.

Abderramán hizo venir desde Bagdad y Constantinopla a los geómetras y alarifes más prestigiosos de la época. De Bizancio llegaron los maestros escultores que sabían cortar y pulir el mármol extrayendo de él toda su belleza. Junto a ellos, los artesanos cordobeses tallaron la piedra hasta darle el aspecto de un sutil encaje. Los materiales empleados eran los más raros y preciosos, llegaban venciendo mil dificultades, cargados en grandes bajeles, desde todas las partes del mundo conocido.

El 19 de noviembre del año 936, se pusieron los cimientos de esta gran ciudad palatina. Se dice que en la puerta principal del recinto el califa mandó colocar la efigie de Azahara, la elegida de su corazón. Tenía la ciudad mas de tres mil cuatrocientas columnas, cuyos arcos, de marfil y ébano estaban incrustados de adornos de oro y piedras preciosas. Se llegaron a contar mas de quinientas puertas reforzadas con placas de bronce bruñido. Las paredes del Salón del Trono eran de mármoles variados y jaspes transparentes como el cristal, los techos estaban revestidos de mosaicos dorados cubiertos con tejas de oro y plata y del centro de las bóbedas pendían hermosas perlas. Asimismo, hizo construir fuentes y acequias que hacían sonar el agua de treinta y ocho modos diferentes para exaltar o serenar el ánimo y en una dependencia del palacio instaló una inmensa jaula llena de pájaros exóticos y un parque zoológico con fieras traídas de África.

Sin embargo, Azahara estaba triste. Abderramán le preguntaba

- ¿Qué te ocurre, mi amor?, dime lo que te falta y yo lo traeré-.

- Ni con todo tu imperio y tu poder podrías conseguir lo que yo quiero- respondía.

Llena de melancolía, Azahara miraba las montañas rojizas. Pensativa, recordaba los lugares de su infancia y el manto de nieve que cubría la Sierra de Elvira cuando llegaba el invierno.

Para que volviera a sonreir, Abderramán ordenó cubrir de almendros el Monte de la Amada, y Sierra Morena se puso blanca de amor como una novia.

La vida de Azahara fue breve, tan breve como la ciudad que por su amor fue construida. Abderramán, convertido en un anciano solitario miraba a su alrededor y decía:

Desde Al-Zahra te recuerdo con pasión. El horizonte está claro y la tierra nos muestra su faz serena. La brisa desmaya con el crepúsculo. Parece que se apiada de mi y languidece, llena de ternura. Los arriates me sonríen con sus aguas de plata, que parecen collares desprendidos de las gargantas. Así fueron los días felices que ya pasaron, cuando, aprovechando el sueño del Destino, fuimos ladrones de placer. ¡No conceda Dios la calma al corazón que desista de recordarte y que no vuele a tu lado con las alas trémulas del deseo!

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sábado, 17 de mayo de 2014

El amor, un amante y el café





CANTATA DEL CAFÉ (1734) (Kaffekantate)

1 RECITATIVO
Narrador
Silencio, no habléis
y escuchad la historia.
El señor Schlendrian
viene con su hija Lieschen
a la que gruñe como un oso. 
¡Escuchad lo que ella le ha hecho!

2. ARIA 
Schlendrian
¿No son los hijos la causa
de cien mil preocupaciones? 
Diariamente se lo digo
a mi hija Lieschen,
pero no me hace caso.

3. RECITATIVO 
Schlendrian
Descarada niña, chiquilla obstinada.
¡Ah, cuándo me escucharás!
¡Aparta de mí vista ese café!

Lieschen
¡Padre, no seáis tan severo!
Si tres veces al día
no bebo mi tacita de café,
entonces me marchitaré
al igual que una cabra asada.

4. ARIA
Lieschen
¡Ah, qué agradable es el aroma del café!
Más sabroso que mil besos
y más dulce que el vino moscatel.
Café, café necesito tenerlo,
y quien quiera complacerme
que me regale café.

5. RECITATIVO
Schlendrian
Si no dejas de beber café
no irás a la boda
ni de paseo.

Lieschen
¡Bien!
Entonces déjame tomar café.

Schlendrian
¿Es que acaso eres una monita?
Ya no te regalaré
la falda de ballenas a la última moda.

Lieschen
 No me importa.

Schlendrian
¡Y ya no mirarás por la ventana
a los que pasean!

Lieschen
De acuerdo, pero, te lo suplico,
déjame mi café.

Schlendrian
De mi mano no recibirás
cintas de oro o plata
para adornar tu sombrero.

Lieschen
¡Sí, sí, déjame mi único placer!

Schlendrian
Lieschen, terca,
¿aceptas todo lo que te propongo?

6. ARIA
Schlendrian
Las muchachas obstinadas
no se dan por vencidas con facilidad.
Pero si se encuentra su debilidad,
¡oh! se pueden obtener grandes resultados.

7. RECITATIVO
Schlendrian
Ahora, escucha a tu padre.

Lieschen
Siempre, excepto en lo que concierne al café.

Schlendrian
Entonces debes aceptar
no tener jamás esposo.

Lieschen
¡Oh sí, padre mío, deseo un esposo!

Schlendrian
Te prometo que eso nunca lo tendrás.

Lieschen
¿Hasta que abandone el café?
Desde ahora digo adiós para siempre al café.
¡Padre mío, no lo beberé nunca más!

Schlendrian
Así pues, tendrás finalmente un esposo.

8. ARIA
Lieschen
¡Hoy mismo, hoy mismo,
querido padre, dámelo!
¡Ah, un esposo! ¡Un esposo!
¡Es justo lo que necesito,
y que sea pronto!
que a la hora de dormir,
en vez de café,
tenga un apuesto amante.

9. RECITATIVO
Narrador
El viejo Schlendrian marcha
para encontrar un esposo
a su hija Lieschen;
pero Lieschen, en secreto, se propone:
«Ningún pretendiente admitiré en esta casa,
hasta que jure y ponga en el contrato marital
que me autorizará,
siempre que yo quiera,
a prepararme un café»

10. CORO
Lieschen, Narrador, Schlendrian
No prohíbas al gato cazar ratones.
Las señoritas permanecen fieles a su café,
a la madre le gusta beberlo,
la abuela también lo probó, por tanto:
¿quién puede culpar a la hijas?

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domingo, 4 de mayo de 2014

Noches de Arabia (Miel)




El Amor

Es el amor. Preserva tus entrañas,
que la pasión no es fácil,
y todo lo que elige se consume,
aunque tenga razón.
Vive libre de él,
que la calma de amor es la fatiga,
dolencia es su comienzo, y muerte su final.
Para mí, sin embargo,
El morir por amor es un vivir,
y el favor se lo debo a aquel que amo.
Te doy estos consejos
conociendo muy bien qué es el amor,
pero si tú prefieres contradecirme,
elige por ti mismo lo que te plazca.
Si deseas vivir gozosamente,
muere mártir por él; s¡ no lo haces,
el amor tiene ya su propia gente.
Quien no muere de amor, por él no vive.
Y la miel no se puede cosechar
sin exponerse al daño de las abejas.

Autor: Ibn Al - Farid


¡Cuántas noches me han servido las copas
las manos de un corzo que me compromete!
Me hacía beber de sus ojos y de su mano
y era embriaguez sobre embriaguez, pasión sobre pasión.
Yo tomaba los besos de sus mejillas y mojaba mis labios
en su boca, ambas más dulces que la miel.
Nuestra jarra se prosternaba sin cesar, como si, tras pecar,
se hubiese dedicado al ascetismo.
Yo pasaba la noche con una luna llena,
aunque la auténtica estuviese ausente,
como si estuviese en el paraíso,
por los placeres
Me pedía que guardarse el secreto, mientras su mano
me servía de cojín y me mostraba la misma pasión que yo

Autor: ‘Alī ibn Abī l - Usayn



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El poema de amor más antiguo del mundo (Miel)




Un poema sumerio escrito por una joven a su rey

Amado de mi corazón
esposo amado de mi corazón.
Grande es tu hermosura, dulce como la miel.
León, amado de mi corazón, grande es tu hermosura,
dulce como la miel.
Tú me has cautivado,
déjame que permanezca temblorosa ante ti;
esposo, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.
Tú me has cautivado, déjame que permanezca temblorosa ante ti.
León, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.
Esposo, déjame que te acaricie;
mi caricia amorosa es más suave que la miel.
En la cámara llena de miel,
deja que gocemos de tu radiante hermosura;
león, déjame que te acaricie;
mi caricia amorosa es mas suave que la miel.
Esposo, tú has tomado tu placer conmigo;
díselo a mi madre, y ella te ofrecerá golosinas;
a mi padre, y te colmará de regalos.
Tu alma, yo no sé como alegrar tu alma;
esposo, duerme en nuestra casa hasta el alba.
Tu corazón, yo sé como alegrar tu corazón;
león, durmamos en nuestra casa hasta el alba.
Tú, ya que me amas, dame, te lo ruego, tus caricias, mi señor,
mi dios, mi señor protector, mi Shu-Sin,
que alegra el corazón de Enlil,
dame, te lo ruego, tus caricias, tu sitio dulce como la miel,
te ruego que pongas tu mano encima de él,
pon tu mano encima de él como sobre una capa-gishban,
cierra en copa tu mano sobre él
como sobre una capa-gishban-sikin.




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viernes, 25 de abril de 2014

Pasteles de amor y sueños



Peau d'âne (en español: Piel de asno o Piel de burro) es un filme francés musical de 1970 dirigido por Jacques Demy. La película fue adaptada por Demy de Donkeyskin, un cuento de hadas de Charles Perrault acerca de un rey que quiere casarse con su hija. 

Pasteles de amor y sueños

Un antiguo rey tenía una bella esposa, un castillo y riquezas incalculables, incluyendo un burro maravilloso cuyos excrementos eran de oro. Un día murió su esposa, después de hacerle prometer que no se casaría hasta que no encontrara una mujer cuya belleza y atributos igualara los suyos. Aunque el rey estaba triste le convencieron de buscar otra esposa. Se hizo evidente que la única mujer que encajaría con la promesa era su propia hija.
Ella acudió a su hada madrina que le aconsejó hacer demandas imposibles, como condición de su consentimiento: un vestido del color del cielo, un vestido del color de la luna, un vestido tan brillante como el sol, y finalmente, la piel de su asno maravilloso. Tal era el deseo del rey de casarse con ella que le concedió todos ellos. El hada madrina le dio un cofre mágico para contener todo lo que poseía y le dijo que la piel del asno sería un disfraz excelente para escapar de su destino.
La princesa huyó y llegó a una granja real, donde le dieron trabajo en la cocina, a pesar de su fealdad que aparentaba con la piel de asno puesta. En los días de fiesta, ella se vestía a escondidas con los finos trajes que su padre le había regalado, y uno de esos días, un príncipe llegó a su habitación y se asomó por la cerradura. Al instante se enamoró de ella sin saber que era la fea cocinera. Al no encontrarla cayó enfermo de anhelo, y declaró que nada lo curaría, sino un pastel horneado por Piel de asno.
Cuando Piel de asno horneó el pastel, se le cayó un anillo dentro. El príncipe lo encontró y declaró que iba a casarse sólo con la mujer cuyo dedo encajara. Una vez que todas se lo probaron sin éxito insistió en que se lo probara Piel de asno, y efectivamente le encajó. Una vez que la vieron luciendo sus vestidos finos, los padres del príncipe la aceptaron. Y entonces Piel de asno descubrió que su padre había vuelto a casar con una viuda hermosa y todos vivieron felices para siempre.

Letra de la canción





Una versión cómica sobre este hecho, la risa nunca debe faltar!!!!




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Fuente

Piel de Asno
Cuento. Texto completo

Charles Perrault

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